Los góticos se han convertido en una de las tribus urbanas más numerosas de España y de todo Occidente. Bien lo saben miles de padres que, intrigados o asustados, contemplan como sus pequeños se convierten en adolescentes pálidos que visten de negro, les encanta el cine de vampiros y devocionan a grupos como Tokio Hotel, cuya gira pasa estos días (este lunes en Barcelona y el martes en Madrid) por España.
Pero ¿tienen actualmente algo que ver estos adolescentes con los precursores de los 80? Y es que 'góticos', el nombre con el que les califica la sociedad que tanto detestan es tan poco preciso como sus conocimientos sobre Uk Decay o Siouxie and the Banshees. Además, muchos de ellos desconocen que la premisa principal del gótico es "yo no soy gótico" y que ya son pocos los incondicionales del cardado, las chorreras y el sonido más 'siniestro'.
Para algunos de estos jóvenes es tan sólo una moda y les durará lo mismo que el acné de la frente, pero otros profundizarán en un movimiento de tres décadas de antigüedad de una riqueza y variedad de músicas y estilos sorprendentes para el profano. Entre las hijas de Zapatero y las 'gothic lolitas' niponas hay, además de grandes diferencias, el hilo conductor común de un gusto por la oscuridad, ya sea musical, artística, vital o, simplemente, estética.

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